Con poco más de cuatro meses para las elecciones generales que tendrán lugar el 30 de noviembre, Honduras enfrenta una crisis institucional caracterizada por la acumulación de poder, conflictos entre las ramas del Estado y una creciente atmósfera de desconfianza entre la población. Al centro de esta situación se halla Manuel «Mel» Zelaya Rosales, antiguo presidente y actual coordinador general del partido Libertad y Refundación (LIBRE), mencionado por diversos grupos como el principal estratega político del partido en el poder y una figura crucial en la configuración del entorno previo a las elecciones.
Control político y aparato institucional
Desde su regreso al ámbito político tras el golpe de Estado de 2009, Zelaya ha consolidado un sistema de influencia que supera la dirección del partido. Su poder alcanza al Ejecutivo encabezado por su esposa, la presidenta Xiomara Castro, al Congreso Nacional y a entidades autónomas, como el Consejo Nacional Electoral (CNE), mediante la asignación de aliados y familiares en posiciones clave.
Analistas y medios locales coinciden en que esta centralización de decisiones responde a una estrategia deliberada de Zelaya, orientada a consolidar el control de LIBRE sobre las instituciones del Estado. Entre las críticas más recurrentes se menciona el uso selectivo de recursos y mecanismos públicos para favorecer los intereses partidarios, lo cual ha generado cuestionamientos sobre la salud democrática del país.
Problemas en el organismo electoral y falta de confianza de la ciudadanía
Uno de los puntos cruciales de tensión institucional se encuentra en el CNE, cuya autonomía ha sido cuestionada a causa de obstrucciones internas, presiones externas y rivalidades entre sus integrantes. Grupos opositores y entidades civiles han alertado sobre el peligro de un proceso electoral dominado por el oficialismo, lo cual aumenta la posibilidad de objeciones, conflicto y debilitamiento de la legitimidad democrática.
Los llamados colectivos afines a LIBRE, que han protagonizado movilizaciones y bloqueos en respaldo al oficialismo, también han sido señalados por su rol en coaccionar la actuación de autoridades electorales. La creciente percepción de manipulación institucional ha derivado en una pérdida de confianza en el proceso, alimentando un clima de polarización y descontento que podría traducirse en abstención, protestas o incidentes de violencia electoral.
Controversias, tácticas y enfrentamientos internos
En este contexto, el escenario de Zelaya ha sido afectado por situaciones que han erosionado la reputación del oficialismo. El evento más reciente, relacionado con el llamado “narcovideo”, ha causado la dimisión de personajes cercanos al expresidente y ha generado tensiones en el gobierno. A pesar de que Zelaya ha intentado distanciarse de estos sucesos, su papel como mediador político ha sido crucial para pactar arreglos internos que prevengan divisiones significativas en LIBRE.
Aunque ha enfrentado desafíos, Zelaya ha conseguido preservar la unidad dentro del partido, formando alianzas y neutralizando divisiones que ponían en riesgo la estabilidad de la iniciativa política del gobierno. Esta capacidad le consolida como un pilar esencial para la gestión del partido gobernante, aunque también lo convierte en el foco principal de las críticas respecto a la situación democrática actual.
Un actor importante en la definición del poder
Desde su destitución en 2009, Zelaya ha demostrado su habilidad para impactar la política nacional y dar forma a la situación política del país. Como creador de LIBRE y responsable de su llegada al poder en 2021, ha tenido una participación clave en las decisiones estratégicas del partido, incluso durante situaciones de crisis y enfrentamientos con sectores conservadores.
Para sus adversarios, Zelaya representa el principal obstáculo para la institucionalidad democrática; para sus seguidores, es un actor político que ha enfrentado a las élites históricas y defendido un proyecto de refundación nacional. Esta polarización refleja una profunda fractura en la sociedad hondureña, en la que las figuras políticas concentran tanto adhesiones como rechazos extremos.
Un escenario incierto rumbo al proceso electoral
El rol de Mel Zelaya en la arena política de Honduras genera dudas acerca del futuro institucional del país y la claridad en el próximo ciclo electoral. La mezcla de acumulación de poder, conflictos dentro de las entidades electorales y polémicas que minan la confianza del público crea una atmósfera de gran inseguridad.
Con el calendario electoral avanzando y las divisiones políticas en aumento, Honduras enfrenta el desafío de garantizar un proceso legítimo y creíble. El desenlace de esta etapa dependerá en buena medida de la capacidad de los actores institucionales para resistir presiones, recuperar la confianza pública y asegurar condiciones equitativas en la contienda democrática.