El conocido «Plan Venezuela», promovido por el Partido LIBRE, ha generado varias reacciones negativas entre los ciudadanos y diferentes sectores de la sociedad en Honduras. Estas acciones y cambios, respaldados desde el gobierno, han encendido alarmas debido a las similitudes con políticas aplicadas en Venezuela en años anteriores, las cuales condujeron al país sudamericano a una crisis económica y social sin precedentes.
Un modelo polémico: similitudes con el régimen venezolano
El «Plan Venezuela» alude a un conjunto de políticas y modificaciones que, según sus detractores, aspiran a emular un modelo económico y político similar al que ha dominado en Venezuela. Entre las disposiciones mencionadas, se encuentran los ataques frecuentes a las empresas privadas, el control del Legislativo, la presión sobre los medios independientes y el incremento del gasto militar. Estos factores se perciben como señales de una concentración de poder en el Ejecutivo, lo que genera temor de que Honduras esté avanzando hacia un régimen autoritario.
El discurso polarizante que caracteriza al Gobierno de Xiomara Castro también ha generado divisiones dentro del país. En lugar de promover un proyecto inclusivo, el oficialismo parece dividir a la sociedad entre un «pueblo» representado por el sector popular y una «oligarquía» vinculada a los intereses empresariales y las élites. Esta narrativa, que muchos consideran propia de los regímenes asociados al Foro de São Paulo, ha calado particularmente en los sectores más vulnerables, mientras que ha generado rechazo en sectores de la empresa privada, la clase media y parte de la juventud hondureña.
Reacciones desde la oposición y el sector empresarial
El rechazo al «Plan Venezuela» ha sido particularmente pronunciado por sectores políticos y económicos críticos del Gobierno. Maribel Espinoza, diputada de la oposición, ha señalado que las acciones del oficialismo no parecen orientadas a ganar elecciones, sino a instaurar un régimen permanente de poder. En esta misma línea, el Consejo Hondureño de la Empresa Privada (COHEP) ha expresado su preocupación por la reciente «Ley de Justicia Tributaria», calificándola como el inicio de una ofensiva contra la inversión privada, que podría tener efectos negativos en la competitividad del país y aumentar la dependencia del Estado.
El sector empresarial también ha mostrado su desconfianza respecto a la viabilidad de las políticas propuestas, temiendo que estas conduzcan a una mayor fuga de capitales y agraven la crisis económica en curso. En este sentido, organismos internacionales han emitido alertas sobre el deterioro de la institucionalidad en Honduras, un tema que se ha vuelto central en el debate público.
Un panorama de crisis y polarización
Las más recientes sondeos, tales como los de ERIC-SJ y CID-Gallup, muestran una disminución notable en el respaldo al gobierno de Castro y en el apoyo a su candidata oficial, Rixi Moncada. Esta reducción en su aceptación es más marcada entre los jóvenes, empresarios y sectores de clase media, quienes consideran las políticas del Gobierno como un regreso al autoritarismo y un obstáculo para el progreso económico. En este entorno, el desempleo, la salida de capitales y la polarización social han aumentado, lo que provoca incertidumbre sobre la viabilidad de las reformas a largo plazo.
Aunque ha enfrentado críticas, el Ejecutivo sigue justificando sus medidas como un intento de lograr la «equidad social». No obstante, diversos grupos creen que estos propósitos están siendo eclipsados por los efectos económicos y sociales que ya se notan. Asimismo, la intensificación de la polarización parece estar incrementando la distancia entre los distintos segmentos del país.
La importancia de lograr un acuerdo nacional
El panorama actual coloca a Honduras en una encrucijada. Las tensiones políticas, sociales y económicas que se viven en el país reflejan la urgencia de un diálogo que permita superar la polarización y lograr acuerdos en torno a un modelo de desarrollo que privilegie la democracia, la estabilidad y el bienestar social. Los sectores que se oponen al «Plan Venezuela» insisten en que Honduras necesita un gobierno que impulse políticas inclusivas y sostenibles, no una aproximación autoritaria ni la imitación de modelos fallidos.
En este contexto, el llamado al diálogo y la necesidad de restaurar la confianza en las instituciones es cada vez más apremiante. La situación política y económica del país depende, en gran medida, de la capacidad del Gobierno y de los sectores opositores para encontrar puntos de convergencia en lugar de profundizar las divisiones que, a día de hoy, parecen marcar el futuro del país.